_juno da un paso al frente con su segundo «_BCN747»

Tras debutar con «_BCN626», el dúo formado por Zahara y Martí Perarnau IV sorprendió el pasado viernes 17 de febrero con su nuevo trabajo discográfico, con el que comenzarán a girar en breves

Si en pleno 2020, con toda la que estaba cayendo, sorprendieron con la llegada de su primer álbum «_BCN626», ahora _juno se decide a dar un paso al frente. Y lo hace de la mejor manera posible, presentando su segundo trabajo discográfico. De hecho, fue el pasado viernes 17 de febrero cuando llegó a nuestras vidas «_BCN747». Un disco más que necesario que, en breves, comenzarán a rodar en directo. Un gran nivel escalado en este proyecto musical, impulsado por los siempre imprescindibles Zahara y Martí Perarnau IV, con quienes tuvimos el placer de charlar hace algunos días.

Antes de empezar, ¿cómo estáis ante el reciente estreno de «_BCN747».

Martí. La verdad es que estamos muy contentos y felices. Yo hacía tiempo que no sacaba disco y no recordaba esta sensación. Además, creo que este es el disco más bonito que he sacado nunca.

Zahara. ¡Ay, qué guay! Es que claro, el anterior disco de _juno, entre el misterio con el que lo lanzamos, que fue sin previa y sin nada, y que luego cuando quisimos hacer promo, llegó la pandemia.

Martí. Sí, total, hicimos muy pocas entrevistas y no tuvimos sensación de nada, porque apenas pudimos hablar con nadie. Sin embargo, ahora, sí que estamos haciendo firmas de discos y está siendo muy guay. También hace cosa de un mes, pudimos poner «_BCN747» en tiendas de vinilos de la península. Pero en Marilians pudimos estar nosotros con unas 80 personas que vinieron a escucharlo. Y entonces les pudimos explicar nuestras historietas y comentamos canción por canción. Ese día fue increíble y precioso. Me está gustando que nos digan que les está gustando nuestro disco.

Es que es un discazo, de hecho, tendría dilema para escoger canción favorita.

Z. ¡Qué guay! Muchas gracias, de verdad.

M. A nosotros también nos pasa lo mismo. Aunque supongo que es normal que nos pase [risas].

Z. Al final es que terminas queriendo las canciones como dedos de las manos, a mí me pasa eso. Puedo pensar que al meñique lo quiero menos, pero no.

M. Es que ojo, tienes un día tonto con el dedo meñique [risas].

¿Cómo fue y cómo recordáis todo el proceso creativo de «_BCN747»?

Z. Tú mal, porque no lo recuerdas [risas].

M. Es verdad, es verdad. Yo tengo problemas para recordar los momentos guays de la vida. Después, las cosas que no importan, como las ciudades que hemos visitado, los hoteles en los que nos hemos quedado y las rotondas por las que hemos pasado, de eso me acuerdo de todo. Tengo flashes de la composición, pero sí que recuerdo de estar los dos al piano, en tu casa escribiendo las letras. Me acuerdo que hubo canciones que surgieron muy fácil, rollo tocar los acordes y que surgieran al pispás. Como por ejemplo, «Anikillación» o «Cuando llegué, yo ya estaba aquí». Habíamos hecho muchos discos con ordenadores en nuestra vida o incluso tocando en directo. Pero nunca había hecho uno tocando el piano o la guitarra y componiendo desde cero. Así que ha sido como hacer temas de una manera muy sencilla o muy tranquila.

Z. Hemos sido muy felices haciendo este disco, especialmente después de venir de un disco como «Puta» que, al menos en mi caso, fue como un proceso muy largo y complejo en todos los aspectos, llevándonos al límite de nosotros mismos. Sin embargo, con «_BCN747» ha sido todo lo contrario. Escribir con los instrumentos o hablar de los viajes, aunque los textos después sean tan pesimitas o el tono del mensaje tenga tanta crítica y tanta rabia. Creo que, en realidad, no éramos conscientes de que estábamos tan cabreados creando, porque gozamos mucho mientras lo hacíamos. Era como «se está destruyendo el mundo, lo odiamos, el sistema es una mierda, ja ja ja, cómo río, me encanta» [risas]. Había mucha felicidad en el proceso y está impregnada ahí.

M. Yo creo que se nota que estamos disfrutando o, al menos, quiero creerlo.

Quizás sea por el momento en el que fue creado. Hablas de lo complejo que fue crear «Puta», pero al final ese disco es muy vivencial. E imagino que cambia mucho la visión cuando estás tú en primera línea o cuando vives las situaciones desde fuera.

Z. «_BCN747» también tiene nuestras historias, pero el hecho de vivirlas, compartirlas, escribirlas y producirlas todo el rato juntos, a mí me quita un peso grandísimo y me permite hablar de cosas que, a lo mejor en mi proyecto, ni siquiera lo hago, porque estoy atrapada por mi propio deseo de hablar sobre mí. Eso hace que ponga el foco sobre mí y sobre mis necesidades, porque quiero y lo necesito. Pero claro, en _juno es completamente diferente y también mucho más divertido. Además, yo confío mucho en Martí, me encanta cómo piensa y me flipan sus ideas, sus armonías, sus letras. Y ver cómo ve, cómo vive, cómo afronta o cómo escribe sobre las mismas situaciones que yo, a veces de manera muy parecida y otras de forma totalmente opuesta, me parece fascinante. Eso me hace pensar: «qué guay cómo le ha dado más empaque, más profundidad y cómo se lo ha llevado a un terreno al que yo no he sido capaz de llegar». A mí me parece un privilegio poder hacer una canción y no solo tener que usar lo mío, porque me parece que puede ser limitante.

M. Total, de hecho, a mí me pasa lo mismo pero al revés. Yo creo que esa admiración mutua que tenemos, se nota mucho. Es una suerte tener un grupo al 50% y admirar al otro miembro de la banda. Supongo que tiene que ser así.

Las canciones de este disco son relatos de viajes, fotografías de ciudades que habéis visitado, conciertos que habéis dado. También hay mucha crítica en ellas. Y, si no me equivoco, algunas de ellas están compuestas antes y después de la pandemia. ¿De qué manera os han cambiado todas estas experiencias y cómo os ha ayudado poder cantarlas?

M. Ostras, ¡qué difícil! Creo que nacen en el momento en el que podemos salir de nuevo y que nosotros nos vamos poniendo estas aventuras en forma de viaje. Es en ese momento, que empezamos a decirnos a nosotros mismos que podemos salir e ir a raves, disfrutarlas y descubrir la música electrónica, que aunque la conocíamos muy bien, no habíamos tenido experiencias con ella hasta después de la pandemia. De alguna manera, ha sido como una búsqueda de nosotros mismos: salir de la pandemia, salir de un disco como «Puta», econtrar qué había ahí fuera y crear nuevas canciones después de esa vorágine. En definitiva, encontrar si había algo que contar, porque muchas veces te aventuras a hacer un nuevo disco sin saber qué explicar. Y al final, resultó que todo comenzó diciendo que nos lo habíamos gozado viendo a Dixon. Luego ya empezaron a suceder más cosas, vinieron más viajes, tuvo lugar la gira de Zahara en México [risas]. Fue ahí cuando ya empezamos a forzarnos un poco más y decirnos: «llevamos las cámaras de fotos, vamos a fotografiar todo esto». Fue ahí cuando comenzamos a poner las ciudades que visitábamos como posibles futuras canciones.

De hecho, ahora que comentas lo de las fotos, leyendo el manifiesto y viendo el propio diseño del disco tan analógico, ¿cómo ha sido vivir el proceso de esta manera y llevarlo como tan al límite, trasladándolo al plano más visual?

Z. Cuando empezamos a hacer esos viajes iniciales que no estaban planificados y que inspiran las primeras canciones («_SCLHR» y «_LHR410»), estábamos convencidos de que el disco iba a tratar sobre Londres, porque la ciudad estaba muy presente. Pero es cierto que, a la par, surge mi gira en México y ya luego, planificamos Los Ángeles y San Francisco. Fue entonces cuando supimos que queríamos hacer canciones de esos lugares. Por eso, fuimos con las cámaras y con los móviles para grabar vídeos, intentando fijar todo eso que estamos viendo y que queremos que se nos quede impregnado, para luego escribir sobre ello y materializarlo. Sí que es cierto que la primera vez fue casual, porque en el primer viaje a Londres, visitamos Camden y yo quería comprarme una cámara analógica, porque hacía mucho tiempo que no tenía una. Fue cuando revelamos el primer carrete y vimos esas imágenes, que nos gustó lo que vimos y pensamos utilizarlas para _juno. Fue un: «estas fotos están hechas en el mismo momento en el que hemos contado esta historia, pues vamos a hacerlo siempre». De hecho, la portada del disco la escogió Emilio Lorente, que es un genio, y a nosotros nos encanta, porque es una imagen que creemos que nos representa, porque es una foto de una foto y está tomada como desde los dos ángulos. Y al final, es algo que nos pasa constantemente con el proyecto. Queremos hablar de los demás, pero hablamos de nosotros. Criticamos lo de fuera, pero también criticamos lo que somos. Es un viaje como de ida y vuelta. Que es lo que nos pasaba con las fotos, que al final son todas de nosotros: fotos que le hacía yo a Martí y muchas otras que me hacía él a mí.

Por hacer un poco de contraposición con «_BCN626». Sé que nacen en momentos diferentes, el primero es mucho más intimista y este segundo es como más liberador. Pero más allá de eso, me gustaría saber de qué más maneras ha evolucionado _juno y cuál es el mayor aprendizaje que os lleváis de este proceso.

M. Es que yo me siento muy afortunado, porque creo que vivimos en un aprendizaje constante. En el primer disco, en _juno aprendemos a grabar porque, básicamente, vamos a La Casa Murada con nuestro ingeniero Ángel, aunque a pesar de todo, estuvo muy hecho por nosotros dos. Igual que «Puta», que llegó justo después. También aprendimos muchísimo en los conciertos posteriores. Es como una especie de rueda sin fin [risas].

Z. El mayor aprendizaje, en concreto, fue aprender a mezclar.

M. Sí, totalmente. Bueno y que producimos mano a mano, sin que ningún ingeniero estuviera con nosotros. Además, hicimos de tu casa nuestro estudio.

Z. La verdad es que ha sido muy guay hacer las canciones así. Lo aprendimos a hacer en el anterior disco en La Casa Murada, precisamente, con la canción que se llama «Casa Murada», que la compusimos allí como una especie de metahistoria. Y, la verdad, es que la experiencia nos gustó mucho, tanto, que es una de nuestras canciones preferidas. A nosotros nos cambió el chip y la manera de hacer las cosas, hasta el punto de que con este nuevo álbum, lo hemos llevado al límite. Hemos aprendido a quitarnos la vergüenza, o al menos, la poca que nos quedaba. Lo que no sabemos es si habrá más, eso es algo que me asusta: descubrir que hay una vergüenza más que desconocíamos y que nos hemos quitado. Aquí hemos sido muy fuertes, a nivel de despelote artístico, de escribir nuestros textos y de después leérnoslos como si fueran una redacción. Y si había que cambiar o arreglar algo, ser capaces de hacerlo juntos. Lo mismo pasó con las melodías y las armonías. Ese es un aprendizaje que me llevo ya para toda la vida.

M. Además, nos sentimos muy poderosos porque saber mezclar y saber hacer discos desde el primer acorde hasta que lo entregas en mastering, pues la verdad es que nos hace pensar que cualquier decisión que tomemos en el futuro será puramente artística y no porque no sepamos hacerla. El tener la absoluta independencia. Que si, en algún momento, alguien tiene que mezclarnos, que lo haga porque así lo hemos decidido y no porque nosotros no seamos capaces. Así que, enhorabuena [risas].

Hay una cosa que me da mucha curiosidad preguntaros, los dos discos llevan las siglas BCN. ¿Qué le pasa a _juno con Barcelona?

M. Hemos venido mucho [risas].

Z. No, la verdad es que el primero surgió así. El proyecto nació con una canción que hablaba de aquí y la canción «_BCN626» fue muy importante y sentíamos que el disco tenía que llamarse así. Este segundo iba a llamarse «_LHR410» y durante un tiempo fue así, pero nos dimos cuenta de que también eran las siglas de La Habitación Roja, que son muy amigos, pero claro, no lo vimos oportuno, porque ellos muchas veces tocan y ponen LHR. Así que, aunque nos encantaba Londres, vimos que no iba a poder ser el nombre del disco. Y que, además, luego nos dimos cuenta de que este, no era el viaje. Sí que nos gustaba pensar que, casualmente, la habitación en la que nos quedamos cuando vinimos a tocar a Barna con _juno era la 747, donde nace esa canción. Y nos hacía gracia subir de habitación, como si con este nuevo disco, hubiésemos subido una planta. Es más, es que también nos parece un número maravilloso, como si fuese un avión que nos permitía volar por el mundo y descubrir las otras ciudades que luego vimos. También nos parecía una hora inspiradora, porque ya que pensamos que merecemos la aniquilación y cuando morimos, quedamos en un limbo. Justo este limbo es una rave donde está pinchando Dixon y las 7:47 nos parecía una buena hora para que el DJ despidiera la sesión, ya que a las 8:00 chapan el garito.

M. Nos pareció muy poético estar a las 7:47 de la mañana atrapados en una rave [risas].

Z. Era mucho más potente y coherente de lo que al principio imaginamos. Se nos ha revelado todo.

M. Totalmente, las cosas van cobrando sentido de esta manera.

Z. Así, como broma, que se llamen casi igual, me parece maravilloso [risas].

M. A mí también, la verdad [risas]. De hecho, flipamos, porque cuando los vimos juntos en plataformas digitales, quedan preciosos los dos discos juntos. Parece que estén pensadísimos.

Ahora, con el disco en la calle, es hora de presentarlo en directo y, de hecho, ya habéis anunciado las primeras fechas de presentación. ¿Cómo os preparáis los directos?, ¿hay algún pequeño spoiler que nos podáis hacer?

M. La preparación es digna de saltar por un puente, porque está siendo extenuante [risas]. Como lo hacemos todo en directo y no llevamos ni cosas pregrabadas ni portátiles, llevamos ensayando bastante tiempo. Así que parte del ensayo, se nos está yendo en preparar y en crear el ambiente adecuado a nivel de conexiones, que esto parece súper aburrido. Pero es que queremos tener todos los efectos a nuestra disposición, para poder expresarte musicalmente. Entonces llevamos como dos semanas, tres, un mes. No sé. Pero lo queremos tener todo muy atado para poder expresarnos con libertad y que no haya ninguna historia. El show a nivel visual también lo llevamos preparando mucho tiempo y la idea es coger la gira donde la dejamos con el primer disco, ya que para nosotros fue un poco corta, pero bueno, es que nos pilló la pandemia y pasaron ciertas cosas que todo el mundo sabe. Partir de ese escalón, llevarlo mucho más allá e invitar a la gente a un viaje musical, que sucede casualmente a las 7:47 de la mañana.

Z. Sea la hora que sea, queremos que cuando los espectadores entren a nuestro concierto sean las 7:47 de la mañana todo el rato y que se olviden un poco de lo que suceda fuera. Queremos que se sientan como en una especie de limbo, que puedan dejarlo todo atrás y que disfruten del viaje sónico y visual. Ojala nos salga bien, porque lo que hemos imaginado es maravilloso.

M. Sí, totalmente. De hecho, hemos elegido lugares adecuados para ello, muy proclives a la introspección, a la oscuridad y al dejarse llevar. A ver si nos sale bien, tengo un poco de nervios, la verdad.

Z. Yo ahora mismo, no sé nada. Llevamos tanto tiempo, que no recuerdo nada, no sé tocar ninguna canción, ni cantar ninguna [risas].

M. Nos hemos dado cuenta de que las canciones del disco serán difíciles de cantar, porque como son completamente nuevas. Hay que descubrir cuál es la mejor manera de tocarlas y de cantarlas para que funcionen.

Queda una última pregunta, con la que me gusta terminar siempre, conectando así con el nombre del blog y es, ¿cuál es la verdadera locura que habéis cometido por la música?

Z. La música en sí misma es una locura, montar un sello.

M. Dejar la vida entera, no sé.

Z. Claro, abandonar todo lo demás.

M. Sí, con esto de la música, se pueden perder muchas amistades y muchas cosas de la vida. Pero, bueno, a mí me encanta.

Z. Yo me he dado cuenta de que no tengo ni un minuto libre para quedar con personas con las que no esté trabajando, porque no tengo hueco. Si alguien me lo contara y lo analizara fríamente, me parecería un locurón. Pero es que realmente, yo busco huecos libres en el calendario para dedicarme a hacer música, porque es lo que me apetece hacer cuando tengo tiempo. Es como una especie de amante al que quiero ir a morrear cuando la vida me deja [risas]. Porque es lo que me apetece hacer. Cuando me lo oigo decir, suena raro. Me tengo que pedir citas, para quedar conmigo [risas].

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