Echar de menos nunca había adquirido tal dimensión. Echar de menos o echar de más. La pandemian ha causado estragos en todos los niveles y de eso somos todos conscientes. Echar de menos pero, de repente, sentir que la normalidad vuelve a estar más cerca que nunca. Pero cerca de verdad…sin vaivenes, sin pasos en falsos, sin dudas. Y en medio de toda esta vuelta, que La MODA hayan formado parte de este anhelado regreso es, sencillamente, maravilloso. Imaginaos pues la emoción el pasado viernes 11 de febrero cuando, después de meses y meses de encierro, de restricciones, de conciertos sentados, con pasaporte COVID, con distancias de seguridad…vives un concierto con la misma sensación y la misma tranquilidad que en 2019. Hora y media con el vello de punta y con la lagrimilla a punto de caer. Hora y media en la Razzmatazz, en el pleno corazón de Barcelona, siendo felices, sin pensar en nada que no fuera la música. Queriendo y sintiendo un poco más nuestro este «Nuevo cancionero burgalés».
¿Sabéis esa sensación de llegar nervioso a un concierto, como si fuera la primera vez que pisas una sala de conciertos? Pues así nos sentimos. Todo el rato. Un nerviosismo positivo (que hemos de reconocer que durante un rato se nubló, al comprobar que la banda iba con 15 minutos de retraso). Pero en el mismo momento en el que pisaron el escenario, se nos olvidó todo. Por completo. No era para menos. Esas sonrisas en la cara, esas ganas de hacernos vibrar, el enorme esfuerzo de David Ruiz hablando catalán, haciéndonos sentir en casa de nuevo. Haciéndonos sentir vivos.
Todo podría haber comenzado «Un lunes» cualquiera, acompañando a «La molinera» a través de «La inmensidad» que supone la vida. Exorcizando los «Mil demonios» que todos llevamos dentro y que solo pueden salir cantando a viva voz «Una canción para no decir te quiero» o «Miraflores». Llenarse de vida, vivir, bailar, brindar con miles de «Vasos vacíos», abandonar «El camino» establecido, liberarse y ser testigos de cómo «La vieja banda» vuelve a reunirse, para hacernos corear hasta la muerte «PRMVR» y «Catedrales». Todo hasta que «La vuelta» nos devuelve, por un momento, a esta extraña realidad que todavía parecemos habitar. Recordar que «No canto yo», que es La MODA quien se encuentra sobre el escenario, rescatando esa especial «Canción de cuna» con la que nos hinchan el alma, con la que buenamente nos invitan a esperar el florido «Mes de mayo». Con la que buenamente nos recuerdan que vivimos en un mundo henchido de «Banderas sin color» y de un impersonal «Himno nacional», que no hacen más que alimentar a este llamado «Colectivo nostalgia». En medio de esta extraña situación, «¿Quién nos va a salvar?». «Hay un fuego» dentro de cada uno de nosotros que no deja de crecer, alimentado por la «Gasoline» y por el aullido de «Los lobos». Con el final a la vuelta de la esquina, llega el «Tiempo de despedirse», no sin antes agotar los últimos cartuchos. No sin antes demostrar cómo viven tantas almas «Nómadas», que desde «1932» han sabido abrirse paso hasta este preciso instante. Instante perfecto para que nos invada el espíritu de los «Héroes del sábado», bien preparados para mostrarnos cómo se las gastan en una de las ciudades más bonitas del mundo. «Mañana voy a Burgos», ¿te vienes?











