Tras una larga trayectoria como músico y artista en bandas de la talla Brighton 64, Matamala o Top Models, Ricky Gil emprendió su carrera en solitario, publicando recientemente su primer álbum, «Infinites rutes invisibles». Un disco en el que se ha rodeado de una formación de lujo, como son los Biscuit. Tal es así que el próximo 22 de mayo presentará el debut de su estrenado proyecto personal en la sala La Nau de Barcelona.
Aprovechando, hablamos con él hace algunos días y esto es lo que nos descubrió de este «Infinites rutes invisibles».
¿Cómo nace el concepto de «Infinites rutes invisibles»?
Nace de la necesidad que siempre he sentido de expresarme a través de la música y de las canciones. En esta ocasión, surgió de una manera muy especial porque, debido al confinamiento, tuve tiempo para concentrarme en la composición.
¿Cómo recuerdas todo el proceso creativo y compositivo?
Al principio fue un proceso solitario, fui madurando algunas ideas y melodías que se me ocurrían y fui terminando las canciones con la guitarra acústica y con el piano. Mi equipo de grabación de estas primeras maquetas fue el teléfono móvil. ¡Nada sofisticado! Estas grabaciones son las que envié a la banda para que escucharan las canciones.
¿Cómo ha sido la acogida de este primer trabajo en solitario?
Estoy muy feliz por la reacción de la gente, parece que está gustando mucho. También han salido buenas críticas en la prensa. De todos modos, aún es pronto para hacer una valoración porque el disco acaba de salir.
Para este nuevo proyecto musical, te has rodeado de una banda de primer nivel, los Biscuit. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?
La ventaja de hacer un proyecto en solitario es que puedes rodearte de músicos mucho mejores que tú, ¡no tendría sentido buscarlos peores! Pero luego necesitas que te digan que sí, y yo tuve la suerte de que los Biscuit enseguida se involucraron. Trabajar con ellos ha sido muy fácil, tenemos los mismos referentes musicales y sobre todo compartimos el enfoque a la hora de afrontar los ensayos, los arreglos, las grabaciones y los directos.
Has formado parte de bandas como Brighton 64, Matamala o Top Models. ¿De qué manera has volcado toda esa experiencia previa en este proyecto?, ¿cuál es el mayor aprendizaje que te llevas de todo ello?
Todo ese bagaje se nota en lo que haces, aunque en esta ocasión he intentado dejarme llevar por la música, no ceñirme tanto a las pautas definidas que suelen tener los grupos. Tocando en estos grupos lo he aprendido casi todo. El rock’n’roll es como una escuela en la que no solo hay momentos de frenesí y desfase sino que aprendes a relacionarte con los demàs y, si tienes curiosidad por las cosas, descubres el mundo de un modo bastante peculiar.
El próximo 22 de mayo presentarás tu trabajo en la Sala Nau de Barcelona. ¿Cómo afrontas esta presentación y de qué manera te has tenido que adaptar a la nueva normalidad musical?
Tenemos muchas ganas de tocar las nuevas canciones en directo y vamos a presentarlas en Barcelona con la banda al completo y muchísima energía. Las condiciones no son las mejores por las consabidas medidas, pero creo que tanto los grupos como el público agradecemos que se pueda celebrar un concierto. Aunque siempre con el deseo de que algunas cosas puedan ser como antes y haya más libertad de movimientos.
A pesar de la incertidumbre del momento, ¿cuáles son los próximos pasos o planes de Ricky Gil, más allá de la presentación del 22 de mayo?
Continuar con la promoción del disco, tocar en directo y en un futuro tal vez plantearme una nueva grabación en solitario. Para el año que viene habrá muchas novedades con mi grupo de siempre, Brighton 64.
¿Qué canción identifica mejor el momento en el que estás y por qué?
Mi canción favorita del disco es «En una altra vida». Con un tempo algo más lento que las otras, larga y atmosférica, así es como me siento en la actualidad.
¿Cuál es la mayor locura que has cometido por la música?
Hay muchas. Una vez toqué en un transatlántico anclado en el puerto de Barcelona. Tal vez fue el momento más raro de toda mi carrera. ¡No me preguntes cómo llegué hasta allí porque no me acuerdo!