Tres décadas dedicadas por y para la música. Celtas Cortos es de esas bandas míticas que, en mayor o menor medida, todos hemos escuchado. Con un sonido muy particular y unas letras muy directas y sociales, la banda de Valladolid, está de enhorabuena. El pasado viernes 14 de septiembre, veía la luz su último trabajo, «Energía Positiva».
Entre promo y promo, aprovechamos para entrevistarlos en pleno centro de Madrid. Allí donde los chicos de Basik Sessions tienen su base.
¿Cómo surge el concepto de «Energía positiva»?
Quizás de todo lo contrario. Para llegar a reunir ese puñado de canciones y la idea de lo que es «Energía positiva», también hay un momento previo de estar en el lado oscuro o en la depresión. Hay que estar navegando entre oscuridades. Oscuridades que no son idóneas para vivir. Tanto por lo personal, como por el entorno agresivo que hay en contra de la ciudadanía. Desde ese prisma, queríamos abrir una ventana. No te puedes quedar de brazos cruzados. Al final, tenemos que pelear por la vida y por la dignidad. Cada día es un regalo.
Después de 30 años dedicándoos a la música, ¿cuál es la fórmula mágica para permanecer tanto tiempo sin perder vuestra esencia?
Parte de la culpa de eso, la tiene el mantener el grupo, a pesar de que haya cambiado de personas. El mantener la manera de hacer. O el mantener la instrumentación que se utiliza, que al final, es una seña de identidad. Y, por supuesto, el respeto mutuo entre nosotros. Al final, todo ello se termina palpando.
Vuestro sello identificativo, no solo lo encontramos en las melodías. También en los mensajes, que tienen mucho de social.
Hay mucho mensaje social, pero también hay otros temas con trasfondo más íntimo o emocional. Pero la zona social o reivindicativa es con la que hemos crecido, porque nosotros somos así. Cuando este proyecto partió de cero, estábamos implicados en muchos procesos y movimientos sociales. Y cuando te forjas con esa ideología y valores, al final, te haces a echar más leña al fuego y no olvidarte.
¿Creéis que se ha perdido esa esencia reivindicativa de la música?
Totalmente. La banda social es algo que, en nuestra época, se practicaba. Igual hoy, en el entorno del hip hop sí que puede haber un área más en esta onda. Pero la música española o lo que consume la gente, es puro plástico.
Yo es que lo percibo de la misma manera. De hecho, creo que de himnos como «20 de abril», hemos pasado a «Despacito». Y creo que se ha perdido mucho por medio.
No es que no exista, pero lo que se ha estrechado es el filtro por donde pasan las canciones que, finalmente, llegan a la gente. Los grandes medios de difusión, se limitan a un solo sector. Dejan un margen muy estrecho para otro tipo de bandas. Es tan estrecho que casi ni caben. Sin embargo, resulta que hay más artistas y bandas que hace tiempo. Pero claro, al final lo que vende es la pasta, la pose y la carencia absoluta de valores. Si eso es lo que se financia y lo que la gente consume de manera más masiva, imagina por dónde vamos.
Volviendo un poco al tema del nuevo disco. «Silencio», «Ataque con poesía», «Energía positiva» y «Los dibujos en las nubes» han sido los primeros adelantos. ¿Por qué esta selección de temas?
Pues precisamente, por mostrar un poco la paleta de colores de este nuevo disco. Los cuatro temas son completamente distintos. Alguno de ellos sí que podía recordar a temas antiguos de Celtas Cortos, mientras que otros experimentaban con sonoridades que ni siquiera nos habíamos planteado. Hemos querido abrir un poco el muestrario y que llegue un poco todo.
Han pasado cuatro años desde el anterior trabajo. ¿Cómo habéis vivido todo este periodo?
En realidad, no hemos dejado de salir de la carretera. Nuestra vida está ligada a la gira y a la crianza [risas]. Entonces, como que ese ha sido el espectro, la ocupación del tiempo. Es todo tan absorbente, que ni te lo puedes imaginar. Conseguir sacar un puñado de canciones convincentes para hacer un nuevo trabajo, es todo un esfuerzo. Además, cada vez, la auto-exigencia es mucho mayor.
¿Cómo afrontáis el lanzamiento del disco?
Con una expectación moderada. Porque a priori, lo quieres todo. Pero el tiempo te va domando esa expectativa, aunque siempre dejas una lata de esperanza por si acaso. Esperanza por hacer ruido y porque la gente sepa apreciar el trabajo y el esfuerzo. Además, todo lo publicamos de manera independiente, sin apoyo de multinacionales, lo que supone un esfuerzo aún mayor.
Esta independencia es un poco el reflejo de cómo está la industria hoy. Cada vez hay más bandas que salen sin el apoyo de un gran sello detrás.
Es que es a lo que está avocada la industria, a día de hoy. Todos sabemos la recepción que hacen los medios y la industria de la música. Es complicado si trabajas otros géneros que no sean reggaeton. Así que, o «te lo guisas y te lo comes» o por aquí no vengas. Por otro lado, afortunadamente es así. Porque quien consigue no navegar en ese mar de oferta y de estilos, es porque lo puede ofrecer con dignidad y porque lo vale.
Nosotros somos afortunados en ese sentido. Pero la realidad que nos rodea, está así.
Creo que al final, el problema es más bien cultural. Porque fuera de España, a los músicos sí que se les tiene respeto y consideración.
Sí, de sensibilidad y de percepción. Porque en otros países, la música se considera un sostén muy importante de la cultura. Y una ventana de lo que es el país en realidad. Aquí, por desgracia, no es así.
Volviendo un poco, ¿cuáles son vuestros siguientes pasos?
Estaremos apoyando el disco en todo lo que podamos y, por supuesto, seguimos de gira. Atrapados, pero con gusto. Todavía tenemos una buena cantidad de conciertos por delante. Venidos de una gira que ha sido muy intensa, así que vamos acumulando otros cansancios. Y tratar de compatibilizar el rock and roll con la vida familiar.
En paralelo, tenemos un proyecto con una compañía de teatro de Valladolid. Está todavía incipiente, pero esperamos que podamos compatibilizarlo con la gira.
Por cerrar un poco, ¿cuál es la cosa más loca que os ha pasado como banda?
Esos años de juntar la noche con el día e ir haciendo un concierto tras otro. Vivir el rock and roll. Y dedicar toda nuestra vida a ello.